El número de alojamientos vacacionales esta creciendo exponencialmente en toda España. Para los clientes la oferta es cada vez mayor, así como la competencia para los propietarios.
Por eso, para conseguir un hueco en el mercado y asegurarse una frecuencia óptima de alquileres es fundamental destacar. Una de las claves para diferenciarse de la competencia es potenciar la identidad propia del alojamiento, darles a los huéspedes aquello que van buscando cuando viajan hasta nuestro pueblo o nuestra ciudad: carácter local.
En Weguest te proponemos hacerlo desde dos ámbitos: la decoración y la gastronomía.
Respecto a la decoración, no se trata de poner al torero y la flamenca sobre la tele -sobre todo porque con las actuales pantallas planas sería bastante complicado-, sino de pensar qué es aquello más característico de nuestra zona y resaltarlo, pero de forma sutil, sin estridencias.
Si nuestro alojamiento se encuentra, por ejemplo, en la costa levantina, nada más fácil que decantarnos por el estilo marinero. Blancos y azules como colores predominantes, estrellas y conchas marinas, pequeños faros y veleros, tejidos suaves y frescos, reproducciones de pinturas de Sorolla… Conectemos el espíritu del lugar con su historia y acertaremos.
Si, en cambio, disponemos de un alojamiento rural, lo más conveniente será decidirnos por el aire rústico chic. La clave es la naturalidad. Nada de muebles ni de colores oscuros. Materiales naturales: piedra, madera, mimbre, lino…, pero siempre combinados con sencillez y ligereza. La luz es vital, así como las plantas y flores que acentuarán la sensación campestre. Es la ocasión también de resaltar la artesanía local: cerámica, bordados, cestería, encaje de bolillos… Si la región es conocida por algún oficio tradicional… reflejémoslo en nuestra casa, pero siempre con medida y buen gusto.
El otro ámbito a través del que podemos imprimir carácter local en nuestro alojamiento es en el gastronómico. El desayuno es una de las atenciones que más valoran los huéspedes y que más puntúan en las valoraciones. No es lo mismo un triste desayuno con galletas o cereales envasados que agasajar a los clientes de nuestra casa rural con mermelada casera y pan artesano recién traído de la tahona local…, o si estamos en Madrid, ¿qué tal un chocolate con churros? Un estómago agradecido… y sorprendido… es garantía de éxito.
Otra de las cortesías que podemos proporcionar es una cesta de frutas. La calidad de la fruta española es conocida en todo el mundo. Nuestros huéspedes, sobre todo los extranjeros, estarán encantados de recuperar fuerzas con unas refrescantes naranjas valencianas o unos ricos plátanos de Canarias, cuando lleguen cansados de hacer turismo. Una botella de vino de alguna bodega local, también agradará a nuestros invitados y elevará el nivel de nuestro alojamiento.
Son detalles baratos pero que marcarán la diferencia. Se trata de que la estancia también forme parte de la experiencia que los clientes han venido a vivir, que la refuerce y la complemente y que les genere recuerdos agradables que les llevarán a comentarla positivamente y, probablemente, a repetir.